La salida al mar del PV

Desde comienzos de siglo las fuerzas vivas de Cangas de Narcea pujaban por la construcción de un ferrocarril que comunicara la villa y todo el Valle del Narcea con el centro del Principado. Sucesivos proyectos se fueron poniendo encima de la mesa y muchos de los cuales contaron con el apoyo de la Diputación de Oviedo de la época. Pero no fue hasta los años 40 cuando las obras comenzaron, más que nada por el empeño de buena parte de la clase dirigente de la Dictadura Franquista. Del mismo modo el ferrocarril Pravia-Cangas nacía como la primera fase de un proyecto más ambicioso, la conexión Villablino y la consiguiente posibilidad de salida al Cantábrico a través del Puerto de San Esteban de Pravia de la riqueza hullera de los valles del Sil y del Narcea, a la que se unían las explotaciones de mármol y antimonio.


El ferrocarril se proyectó en vía métrica y con gálibos compatibles con el material usado por los ferrocarriles del Vasco (Sociedad General de Ferrocarriles Vasco-Asturiana, San Esteban-Collanzo y ramal a Oviedo) y la MSP (Ponferrada-Villablino). Se pensó desde un principio en su electrificación. El trazado se iniciaba en Forcinas como escisión del Vasco, aproximadamente a kilómetro y medio de la estación de Pravia, para seguir por el valle del Narcea, pasando por Cangas, hasta el mismo lugar de su nacimiento, Monasterio de Hermo, donde a través de un túnel de 3657 metros pasaría a la cuenca del Navia en el Concejo de Degaña. En el pueblo de Cerredo se salvaría la divisoria Navia/Sil a través de un nuevo túnel de 3006 metros que conduciría a Caboalles de Arriba, desde donde recorrería en paralelo al ramal de la MSP los últimos kilómetros para alcanzar Villablino.

En  febrero de 1945 la Diputación asturiana obtuvo la concesión del ferrocarril, si bien ya desde primeros de 1942 la misma institución ya construía el tramo Pravia-Cangas, si bien las obras fueron paralizas poco después, cuando ya estaba construida la totalidad de la infraestructura hasta Cornellana. Se rumorea que la amistad de la esposa del dictador, la ovetense Carmen Polo con los propietarios de ALSA, influyó en los franquistas asturianos para para garantizar la prosperidad de los amigos de la familia del Caudillo.

El valle del Sil y el Narcea perdieron la posibilidad de una conexión ferroviaria con el centro del Principado, si bien habría sido difícil que este ferrocarril hubiera llegado en servicio a nuestros días, pues a parte de Cangas ninguna población intermedia contaba con suficiente número de habitantes (Tineo quedaba excluido del trazado), si bien el carbón podría seguir dando tráficos con destino a las térmicas asturianas. Los restos de las obras construidas son perceptibles hoy desde la carretera AS16.

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